Lunes, 3 de octubre

No soy el huésped más nuevo en la casa de la familia Hortensia: yo llegué el sábado, y Fumi llegó el domingo.  Fumi es un joven japonés de unos veinte años que trabaja en gran banco internacional. Normalmente, él trabaja de las seis de la mañana hasta las diez de la noche.  Es un salaryman, una palabra japonesa de origen inglés, que significa un hombre que recibe un sueldo mensual y trabaja horas largas. Pero para el próximo año, él va a estudiar español en Guanajuato, en clases en la universidad durante la mañana e instrucción privada en las tardes en Escuela Falcón. ¿Ocho horas de clases al día? ¿Con su sueldo integral? ¿Y todos sus gastos pagados por el banco? Fumi está de vacaciones, aunque está en un país en que no conoce el idioma local.

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Él había pedido desayuno a las siete y media, lo cual es perfecto para mí ya que vamos a desayunar juntos para la próximas semanas. Él habla inglés perfectamente, así que tuve que hablar un poco de mi idioma nativo en esa mañana.

El día antes, yo había aprendido la ruta por los callejones de la casa Hortensia a la escuela. Esta mañana, era fácil seguir la ruta, pero los músculos y los tendones en las piernas me dolían mucho en las bajadas empinadas. En la escuela, me reuní con Katie, mi paisana de Milwaukee, y Alberto, quien me había esperado en el aeropuerto durante el retraso del avión. A las nueve, tenía mi primera clase con Carlos. Le expliqué de qué trata la novela que estoy a punto de acabar de escribir. También hablábamos de mis intereses literarios, y decidió que estudiaríamos un cuento por Juan Rulfo.

En el intervalo entre los clases, fui al Jardín de la Unión para escuchar la lectura en voz alta del Quijote. Grabé el audio de la función con un grabador portátil, mientras traté de seguir la voces en un libro electrónico bilingüe. Fue una experiencia interesante, porque la versión de la lectura era en español moderno, y el libro electrónico tenía el original y una traducción al inglés. La experiencia consistía, entonces, en la misma historia en tres versiones al mismo tiempo. Podía seguir la trama y parte de la gracia de la obra, aunque no entendiera cada palabra.

Al mediodía, los nuevos estudiantes (incluso yo) teníamos la orientación con Katie. A las doce y media, empezó la segunda clase del día, con Brenda. Ella me ayudó a corregir mi ensayo sobre el retraso del vuelo entre Atlanta y León. Después de la clase, me reuní con las administradoras de Escuela Falcón para pagar. Se ve como que será dinero bien gastado.

Luego, subí el cerro a la casa Hortensia. Había mucha gente para la comida. Cada día, el Señor Hortensia recoge a sus nietos después de sus clases, y los trae, con la madre de su esposa, para una gran comida con los estudiantes que se están quedando en la casa. Durante la comida, después de las presentaciones, yo hablaba un poco con Diego, un estudiante de ingeniería y un colombiano, sobre el resultado sorprendente del plebiscito en su país. ¡Ojalá el proceso de paz siga, de cualquier manera.

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