GDL Diario – No. 1

29 de octubre, 2017

Cuando me desperté, mi primera tarea era encontrar un cajero automático para obtener pesos. Podría ser interesante tratar de pasar tres semanas en Guadalajara sin efectivo (o mejor dicho, con  solamente 50 pesos, el cambio por los 25 quetzales guatemaltecos que todavía estaban en mi billetera cuando aterricé en México), pero eso era un experimento que yo no tenía ganas a realizar. Pasé demasiado tiempo buscando por el sitio de web de mi banco en Milwaukee, el cual decía que había cajeros automáticos sin tasas en algunos Oxxos en Guadalajara. Pero hay muchos, muchos Oxxos en Guadalajara, y al parecer, solo pocos de ellos tienen cajeros que eran parte de la red acertada. El más cercana se veía a distancia de casi una hora a pie. Resolví a probar el Oxxo más cercana, en la esquina de la Calle Pavo y la Avenida Juárez. Pero el cajero allí no reaccionó a mi tarjeta de débito. Así que fui a los cajeros automáticos del banco HSBC, y funcionó. Más tarde, yo constataría las tasas en el sitio de web de mi banco, y no eran excesivas.

Durante el desayuno, conocí a dos hombres, quienes preferían hablar en inglés: John, de Canadá y Darren, originario de Montana y quien ahora vive en Alaska. Darren era el más hablador, y me dijo de sus muchos viajes y de su decepción de que “alguien comió mis plátanos” (los bananos en Guatemala, de donde vine el sábado) los cuales habían quedado muy cerca del suministro de la casa para el desayuno. No dije nada.

Después de ducharme, di un paseo de compras, y uno de exploración, también, ya que mi conocimiento de Guadalajara consistía en cuatro cuadras de la Calle Pavo, una cuadra de la Calle López Cotilla, y una cuadra de la Avenida Juárez, el resultado de mis visitas al Oxxo, a los a cajeros automáticos, y a un restaurante la noche anterior (Chai).

Compré tres pares de calzones de tipo boxer en la Avenida Juárez, un cargador universal para mis pilas de cámara, el cual deje en casa, así que después de una semana en Antigua mi buena cámara llegó a ser inútil, pero no fue una tragedia, todavía tenía la cámara de mi teléfono, la cual es casi tan buena a la luz del día. Este lo compré en la Calzada Independencia Sur, y sigue por esta Avenida grande y aromática hasta el Walmart 16 de Septiembre. En México, incluso los Walmarts tienen nombres heroicos. Allá compré un enchufe múltiple y un alargador (para permitirme a cargar varios dispositivos al mismo tiempo: soy un esclavo de mis pilas), jabón líquido y desodorante.

Después de una siesta y un almuerzo ilimitado en el restaurante vegetariano El Jardín, en la Avenida de la Paz, fuí al Soriano Super en la Avenida Juárez para comprar unas cosas, incluso unos plátanos para reemplazar el suministro en la cocina. No voy a decir por qué.

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