Tres obras, tres vidas
El Impostor
por Javier Cercas
Literatura Random House, Barcelona 2014
Garbo el espía, un documental
Dirigida y producida por Edmon Roch
De España, en inglés, español y catalán, 2011
El hombre que amaba a los perros
por Leonardo Padura
Tusquets Editores, Barcelona 2009
Gracias a tres narrativas de géneros distintos —una obra de no ficción literaria, una película documental y una novela histórica— hace poco entré en contacto con tres impostores consumados de Cataluña. Los tres nacieron en Barcelona entre 1912 y 1921, todos lucharon —bueno, en un caso, evitó luchar— en el bando republicano en la Guerra Civil española, y los tres se convirtieron en figuras históricas del siglo XX —en un caso, afirmó ser tal figura— por medio de asombrosos actos de engaño y de falsedad. Estas tres vidas, y las obras que las retratan, plantean importantes cuestiones sobre cómo respondemos los seres humanos a la verdad y a la mentira, a lo real y a lo ficticio.
El primero de estos (y el único todavía vivo al momento de redactar) es Enric Marco Battle, un barcelonés de clase obrera que gradualmente elevó la historia de su vida —la vida de un superviviente, agitada y picaresca aunque no especialmente honorable— a un cuento de hazañas adecuado de su magnetismo y dinamismo. Tarde en la vida Marco encontró fama como el líder de una organización de los supervivientes españoles de los campos de concentración nazis, a pesar del hecho de que él sí mismo sólo había visitado los campos como turista décadas más tarde.
Juan Pujol García, el segundo impostor, venía de un estrato diferente de la misma ciudad: fue el hijo de un propietario de una fábrica en Barcelona. Durante la Segunda Guerra Mundial ofreció sus servicios como espía tanto a los alemanes como a los ingleses. Pujol se convirtió en uno de los agentes dobles más importantes de los Aliados no por hacer el trabajo normal de un espía (la revelación de verdades secretas ) sino por la creación y diseminación de mentiras extravagantes.
Por último tenemos a Ramón Mercader del Río, otro hijo de la burguesía catalana, quien alcanzó la infamia por un crimen mucho más grave que mera impostura. Mercader dejó el frente de la Guerra Civil —reclutado por su madre para una nueva asignatura— y se sometió al entrenamiento en Rusia para una misión secreta. Después de tres años de preparación —y encubierto tan profundamente que su identidad falsa tenía una identidad falsa— Mercader asesinó a León Trotski en Coyoacán, México en 1940.
La ironía es que ahora, más o menos un siglo después de los nacimientos de estos tres impostores, el hombre cuyo engaño fue el más insignificante, ha llegado a ser el más vituperado por la opinión pública.
